La función principal del psicólogo en el ámbito de la tercera edad está relacionada con promover la participación activa de la persona mayor en un momento concreto de su vida en el que, tanto el buen funcionamiento físico y la adecuada capacidad cognitiva y alto compromiso con la vida, lo sitúan en un nivel aceptable de participación psicoterapéutica. Los factores psicológicos que permiten una adecuada adaptación a los cambios vinculados al proceso de envejecimiento son los relativos al declive físico y los asociados al ambiente social.

Sabemos que la actividad física y mental son clave para un envejecimiento más saludable y actividades cómo el deporte, las actividades culturales, sociales y de ocio predicen en gran medida una mayor calidad de vida en las personas de edad avanzada. En definitiva, se deben enfocar en la promoción de hábitos de vida saludables, la estimulación cognitiva, el entrenamiento en habilidades emocionales, percepción de control interno, solución de problemas y el desarrollo de habilidades sociales.