La adicción a las compras, también conocida como oniomanía, es un comportamiento compulsivo que va más allá del simple gusto por adquirir cosas nuevas. Quien la padece suele experimentar una fuerte ansiedad que solo se calma al comprar, aunque esa calma dura poco y pronto aparece la culpa, el endeudamiento y el malestar emocional.
Este tipo de adicción no está ligada únicamente a la necesidad material, sino al intento de llenar vacíos emocionales, aliviar la soledad, manejar el estrés o mejorar la autoestima. La publicidad, las redes sociales y la inmediatez de las compras en línea potencian este ciclo, convirtiendo el consumo en un escape fácil pero dañino.
Las señales de alerta incluyen: gastar más de lo planeado, ocultar compras, acumular objetos innecesarios, sentir euforia al comprar y remordimiento después. Con el tiempo, la adicción puede afectar las finanzas, las relaciones personales y la salud mental.
Reconocer el problema es el primer paso. Hablarlo, buscar apoyo psicológico y aprender a relacionarse de forma más consciente con el dinero y el consumo son caminos que permiten recuperar el equilibrio. Porque al final, comprar debería ser un acto de elección, no de esclavitud.
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